miércoles, 5 de octubre de 2011

ADULTOS APRENDEN COMPUTACION EN LA ESCUELA

La profesora Carla Barattini está a cargo de los cursos de informática, básico y avanzado, que se dictan en el colegio secundario de Kilómetro 5. La voluntad y el deseo de superación vencen todos los obstáculos, principalmente para aquellos que nacieron en épocas de televisión en blanco y negro y radios AM.
El paso del tiempo es una realidad de la que no se puede escapar. Lo que hoy constituye una novedad, rápidamente puede quedar obsoleto. Esto sucede por el vertiginoso y dinámico crecimiento tecnológico del siglo XXI.


Para quienes nacieron a partir de las décadas del 70 y 80, la vida en todos sus ámbitos parece estar ligada a las computadoras y al mundo de los aparatos electrónicos. La otra cara está representada por quienes vivieron gran parte de su juventud o adultez mucho antes que surgieran estas nuevas tecnologías.


Sin embargo, muchos adultos mayores en la actualidad deciden darle lucha a las dificultades y comprender las tecnologías que tan simple resultan para los nietos. Lo mismo ocurre con personas jóvenes que no habían tenido la oportunidad de acceder a una computadora.


En el Colegio 742 del barrio Las Orquídeas, la profesora Carla Barattini, dicta cursos de informática de nivel básico y avanzado, donde 16 personas están dispuestas a conocer las herramientas que brinda el mundo de hoy, para desempeñarse en el mundo laboral, recrearse o estudiar.






EDUCAR EN FORMA GRATUITA


Hace siete años, Fundación Educando (http://www.funedu.org.ar/), inició este programa en Comodoro Rivadavia. El Colegio 738 del barrio San Cayetano fue el primero en ofrecer esta propuesta y hace cuatro años el programa fue trasladado a la escuela secundaria de Kilómetro 5.


“Primero pensamos que iba a ser un cuatrimestre y nada más, pero tuvo una buena aceptación en el barrio y continuamos”, explicó Barattini. “Muchas veces vienen de barrio más alejados, es totalmente gratuito el curso, inclusive no se pagan los gastos de material y cada alumno tiene su máquina”, agregó la docente.


La propuesta atrae, inclusive en más de una ocasión se han acercado vecinos de barrios de la zona sur de Comodoro Rivadavia, con la única intención de aprender informática.


“Hay gente que jamás encendió una máquina, entonces los ves desde el inicio, desde que encienden la computadora e ingresan. Muchas veces el pulso no da y no llegan a ingresar a las opciones que tienen que entrar, pero bueno yo les digo que tengan confianza, que trabajen, que día a día van a llegar, que van a ver que en dos semanas van a escribir un texto y así sucede”, describió la paciente profesora.


El curso se divide en dos etapas. En marzo se inicia la capacitación básica donde se enseña a los alumnos una introducción a Windows y se comienza a trabajar con los programas Word y Excel.


La segunda parte comienza en agosto con el curso avanzado, dándole continuidad a la línea del primer semestre, pero además profundizando en los contenidos de Word, Excel e incursionando en Publisher y Power Point.


“La idea es que todo se aprenda, si se necesitan dos cuatrimestres para hacer el básico pueden venir a recursar inclusive”, explicó Barattini.


“Ellos se van contentos porque aprenden bastante y les sirve para poder ayudar a sus hijos en las tareas del colegio, porque muchas veces parece que los chicos saben más, pero no saben justamente lo que tiene que hacer. Después hay gente que le sirve para su trabajo”, agregó.


Este año, Carla tiene 16 alumnos que trabajan cada martes y jueves de 18:30 a 20 con las últimas actualizaciones de cada uno de los programas. Para algunas personas estudiar informática constituye una actividad de esparcimiento que les permite olvidar la rutina del día, para otros es la apertura a una futura fuente laboral, o simplemente una posibilidad de continuar aprendiendo en el camino de la vida.


Una herramienta también útil para ampliar la búsqueda laboral


Marily Germán (35), Dina Villegas (28) y Marcela Villegas (35) son tres amigas que decidieron iniciar el curso básico de computación en el Colegio 742.


Actualmente las tres están buscando un trabajo que les permita aumentar sus ingresos y vivir de una mejor manera. Y en la informática ellas ven una posible salida laboral, ya que consideran que en la actualidad es fundamental tener conocimientos de computación para ingresar al mercado del trabajo.


“Yo me enteré de las clases en un aviso que había en el colegio. En marzo empezamos las clases y la verdad que es hermoso”, sostuvo Marily.


“Es muy importante el manejo de internet por todo el avance que hay. La verdad que uno no sabe mucho y Carla (la profesora) tiene mucha paciencia, explica muy bien” agregó.


“Nosotras empezamos un poquito más tarde”, señaló Dina, quien comenzó junto a Marcela. “Y bueno me parece interesante porque de hecho Excel y Word son los programas básicos para lo que es un trabajo. Me parece muy bueno tener la posibilidad de aprender y que sean gratuitos, porque hoy por hoy está muy caro pagar un instituto”, afirmó.


“Excel es lo que te piden en la mayoría de los trabajos hoy. Yo estoy tratando de cambiar porque siempre trabajé en comercio. Ahora estoy buscando algo administrativo y la verdad que me sirve un montón”, agregó Marcela.


Para las jóvenes, el uso de las redes sociales y programas de chat es algo cotidiano. Sin embargo, aseguran que esta práctica también se puede aplicar con los distintos programas que se utilizan en el trabajo, ya que no es tan difícil como muchas veces parece.


“Esta bueno el uso que uno le puede dar y la utilidad que tienen. Cuando uno no sabe de afuera lo ve difícil, pero cuando te ponés a estudiarlo en la práctica no es tan complicado”, sostuvo Dina.
Cuando el aprendizaje va más allá de la edad


Víctor Bayón tiene 65 años. Mira con atención el monitor, concentrado en la tarea que le dio la profesora Carla Barattini.


Con la mano curtida por el paso del tiempo, Víctor, toma el pequeño ratón mientras realiza una tabla en el programa Excel, especial para diseñar planillas de cálculo. Ante la presencia de Diario Patagónico, detiene su tarea y amablemente cuenta los motivos que lo llevaron a estudiar.


“Tengo chicos que terminaron la secundaria y que habían empezado, primero por curiosidad y después siguieron adelante, y el único que quedaba era yo, así que eso fue lo que me decidió a empezar”, cuenta.


Víctor recientemente inició los papeles de la jubilación. Sin embargo, ya tiene en claro que una de sus primeras inversiones cuando cobre su primer sueldo será la compra de una computadora. Mientras tanto, decidió acumular experiencia, principalmente intentando controlar la sensibilidad del mouse. “Es muy celoso y se pasa para todos lados”, explica entre risas.


El hombre lo afirma con naturalidad, él viene de una época en que incluso lo único que había en materia de medios de comunicación electrónicos era la vieja radio LU4.


La primera vez que Víctor utilizó una computadora fue a principios de marzo, cuando comenzó el curso gratuito.


“Yo tenía un poco de dactilografía por la máquina de escribir y después por los teléfonos que vienen muy avanzados. De a poco uno se va metiendo, porque sino se va quedando atrasado”, admite.


El conocimiento es su principal objetivo. Sin embargo, también reconoce que la computadora es un escape a la soledad. “Mis hijos trabajan la mayor parte del día y por ahí la tarde la compartía con uno de mis nietos que estaba conmigo, así que el único movimiento que tenía era para llevarlo a la escuela, después queda todo el día para darse cuerda. En cambio, ahora ya no, porque inclusive me he puesto a comprar revistas acordes al asunto”, sentencia con el orgullo de tener la certeza de que aprender no tiene límites de edad.



Hace cuatro años le regalaron una notebook y ahora se animó a aprender






Mónica Sade tiene 52 años, es chilena y vive hace tres décadas en Comodoro Rivadavia. Hace unos cuatro años, sus hijos le regalaron una notebook que todavía está aprendiendo a usar.


“Mis hijos son mayores, tienen 32 y 35 años, yo quiero aprender a usar mi computadora”, señala con simpatía.


“Me la regalaron mis hijos, por eso vengo y la traigo. Uso el Messenger, el Facebook, lo que tu usas normal, pero hay un montón de cosas que no sé usar”, explicó.


Mónica vive en el barrio Rodríguez Peña Este, desde donde llega cada martes y jueves al Colegio 742 con el objetivo de educarse y compartir.


“El curso me sirve para aprender cosas nuevas, conocer gente nueva, es diferente a lo que uno hace todos los días. Es para que yo pueda aprender algo más y no tenga que estar preguntándoles a mis hijos cómo bajar música, cómo poner el punto o cómo poner la coma”, remarcó.


No duda en afirmar que en cada clase se divierten entre todos los alumnos, a pesar de que durante la entrevista cada uno de ellos se muestra concentrado en su tarea, para luego practicar en el hogar lo aprendido.


“Normalmente practico para que no se me olvide. Igual mi esposo trabaja y sabe utilizar esto porque el trabajo le exige y tuvo que aprender, pero yo no puedo estar todos los días pregúntale a mis hijos o a él cómo hacer las cosas, porque no vas a estar todo el día en el Messenger, en el Facebook. Hay más cosas por hacer, es increíble lo que puedes hacer con una computadora”, concluyó.
Para leer los diarios y ayudar a los chicos con las tareas






La curiosidad fue el disparador, ver que uno de sus nietos usaba una computadora sin complicaciones. Rosa Ligo, de 61 años, no podía entender cómo aquel diminuto aparato que el niño manejaba con precisión, era tan difícil de controlar para ella.


El mouse es una de las mayores complicaciones al momento de comenzar a utilizar una computadora. Sin embargo, para Rosa y su hija Roxana (34) constituyó sólo un pequeño desafío que les permitiría ingresar al mundo 2.0.


“Nosotros somos acá del barrio, empezamos a venir las dos juntas cuando comenzó el curso. Lo que pasa que hace poquito que me jubilé, era portera de la Escuela 111 y cumplí mis 30 años de servicio, y como yo tengo un nieto que vive conmigo le compramos la computadora, pero yo quería estudiar para también aprovecharla”, explicó Rosa.


Tiene siete nietos de los cuales seis estudian en ese establecimiento. “A ellos vos le preguntás, apretan un botón y saben todo, y yo que soy un poco grande me cuesta, entonces ésta es una manera fácil de poder aprender”, aseguró.


Rosa y su hija Roxana viven a varias cuadras de donde está el colegio. No obstante, la distancia no es una complicación para poder asistir a las clases y de esta forma ayudarle a los pequeños del hogar a realizar sus tareas.


“Tengo una nena de 11 y manejamos un montón de internet, ella es la que mejor lo maneja, y me dice mamá ‘podes entrar acá’. Tengo 34 años y a veces pienso que me quedé en la antigüedad”, confesó Roxana.


“Hace poco mi gorda tenía que hacer un trabajo contable en la escuela y no lo supo hacer, pero la madre supo cómo hacerlo, así que me está haciendo bien el curso”, explicó entre risas.


Rosa todavía no se anima a ingresar a un sitio web, “tengo miedo de que se rompa algo”, asegura. Sin embargo, su hija afirma que realiza esta práctica todos los días, principalmente para leer los diarios.


“Me gusta leer el diario y así que entró a la página y está bárbaro, aprovecho a que la de El Patagónico está muy buena”, opinó Rosa.


“¿Cuándo te ibas a imaginar que con un botón ibas a poder hacer un trabajo que antes hacías a mano y con regla? Ahora apretás un botón y tenés todo hecho”, agregó la abuela sin ocultar su asombro.


En cada visita que se realizan entre ellas, madre e hija practican principalmente con el ratón, que es lo más complica a Rosa. “Se complica mucho con el mouse, se me va, había días que no podía encontrar la flecha”, afirma entre risas y hace una pausa para pensar. “Yo veía a mi nieto y era una lástima estar ahí y no poder hacer nada en la computadora”, concluyó orgullosa sabiendo que desde ahora sólo depende de sus ganas.

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